Lucy escuchó con mucha atención todas las historias de sus amigos. Realmente empezaba a conocer un lado de Narnia que nunca había imaginado. Algunas historias sin duda le habían hecho sentir un escalofrío en la espalda, mientras que otras realmente eran un poco cuestionables.
Cuando llegó su turno, ciertamente se quedó en blanco por un momento. La niña se mordió el labio y observó con insistencia el llameante fuego, tratando de recordar alguna historia o alguna experiencia extraña; Y entonces, algo se le vino a la mente. La joven Reina sonrió, antes de enderezarse y aclararse la garganta.
—Bueno, la historia que les contaré, me la conto el Sr Tumnus en nuestro segundo año como Reyes de Narnia —Introdujo la niña— Esta historia comenzó hace muchos años...
» Cuenta la leyenda que Raine, la bisnieta del primer Rey Frank y su Reina Helen, caminaba sobre estas mismas tierras y toda Narnia estaba encantada con ella. Era la princesa más joven de su familia, además de ser la niña de los ojos del Rey, su padre. Raine, era amable y generosa, y también cortejada por muchos hombres. No obstante, uno de ellos, un gran Duque, de aspecto viejo y lujurioso comenzó a perseguirla de una forma enfermiza. Este hombre ya se había casado un par de veces, tres para ser exactos, y todas sus mujeres habían desaparecido en circunstancias misteriosas, sin mencionar lo sospechosas que resultaban.
El padre de Raine, al verlo, se negó profundamente a siquiera escuchar lo que tenía que decir, pues estaba completamente convencido de que un hombre como ese no sería apto para estar con su preciosa hija, ni para ninguna mujer decente, así que el Duque esperó.
» Una noche se desató una tormenta terrible, con el viento golpeando furiosamente las ventanas y las ramas de los arboles agitándose con violencia. Era como si la lluvia salvaje fuera un terrible presagio de lo que ocurriría. El Duque se deslizó dentro del Castillo de Cair Paravel para intentar robarse a la princesa mientras dormía. Pero Raine, que era muy audáz, al escuchar unos suaves pero peligrosos pasos acercarse a su habitación, llamó a su guardia; Sin embargo el Duque entró a la habitación antes que nadie y Raine, intentando mantener la cordialidad, pero con firmeza, le expresó al Duque lo que pensaba de él, diciéndole que era malvado y repulsivo.
» “Entonces, querida Princesa —habló el Duque—, no tendrás a nadie más" y justo antes de que ella pudiera gritar o decir cualquier cosa, el Duque tomó su daga y la clavó en su corazón, dejándola muerta en el suelo de su dormitorio, debajo de un gran charco de sangre.
» Tres noches después, se escuchó que el Duque, sentado en la mazmorra del Rey, a la espera de ser ejecutado por su crimen, emitió un terrible aullido que se cortó bruscamente, y cuando los guardias por fin entraron a la celda, no encontraron rastro alguno del Duque; solo un guante de terciopelo teñido con tres gotas de sangre. Jamás se le volvió a ver.
» Pero no fue así con la princesa, pues cuentan que cada cincuenta años aparece vagando en los pasillos de Cair Paravel buscando a su próxima víctima.
Lucy observó a todos los presentes, después de concluir su historia. Aún recordaba la primera vez que la había escuchado. Ciertamente el Sr. Tumnus había logrado que el cuerpo de la pequeña temblara ligeramente. Ella se había limita- do a sonreirle al fauno, pero durante la siguiente semana que transcurrió, recordaba habler hecho que Susan le mandara a preparar galletas y leche espumosa, había convencido a Edmund de que le contara un cuento más alegre y le había pedido a Peter de que se quedara con ella hasta que se quedara dormida. Eso sin contar las insistentes preguntas hacia los guardias del castillo por si habían tenido algún avistamiento del fantasma atormentado de la princesa.
La pequeña se sacudió de los recuerdos, volviendo con sus amigos. Sonriéndoles de forma dulce.
Una joven driada que los acompañaba, escuchaba con atención la historia de la Reina, imaginando la desdicha de aquella joven princesa que murió sin poder decir absolutamente nada, mientras observaba la chisporriante fogata que ardía en el centro del círculo de narnianos.
La noche era estrellada, realmente hermosa. Ciertamente se habían reunido justo en el corazón del bosque Tenebroso para pasar un día y una noche acampando y olvidarse un poco de los asuntos Reales de Cair Paravel. No obstante, un sonido muy extraño se hizo presente en medio de las risas. Los reyes, caballeros y generales, se ofrecieron valientemente para dar un recorrido a los alrededores, solo para verificar que no existan enemigos cerca, pero justo antes de avanzar, un centauro, de avanzada edad comenzó a relatarles cómo hacía muchos años, cosas extrañas habían sucedido en aquel bosque, motivo por el cual había recibido dicho nombre.
¿Sera que Narnia tampoco se salvara de cosas paranormales y extrañas? Sí, era una noche hermosa, perfecta para pasar el rato alrededor de una fogata con amigos, cantando canciones y riendo, pero también, es la noche idónea para contar historias de terror y jugarse alguna broma entre ellos...
Es de mi desagrado anunciar que mi imagen se veía distorsionada —comentó Jempi Tumncius, a quien reconocerás por ser padre del fauno Tumnus— ¡Es una historia bastante conmovedora!
» Se creía que ningún registro iba a quedar de mi presencia en tierras narnianas, y estaba en busca del único registro por Cair Paravel, al momento de que se anunció la llegada de Jadis. Ella solo distorsionó mi retrato y mi ser, volviéndome el fauno que está ahí: Amargo, ¡muy molesto! Era de temer que ya nadie me quería. Estaba triste, solo, sin esperanza de recuperar lo único que quería que viera mi hijo. La sonrisa ante el caos de la guerra que estallaría rápidamente.
La Reina Lucy, quien había decidido ir ella misma por mas leña al interior de la casa del Sr. Tumnus, había encontrado la tétrica imagen que recordaba bien desde su primera visita a la casa del fauno y fue eso lo que motivo a Jempi a contar esa historia a la luz de la luna.
—Bueno, estaba listo para sucumbir ante tal fatalidad, pero el meollo recién estaba por empezar. Cuando la bruja, Jadis, declaró el invierno, hubo un quiebre. No podía seguir así, por eso fui a la guerra. ¡Con mucha más razón quería luchar y liberar a mi pueblo!
Todos escuchaban atentos con una nube negra en la cabeza, ya que al escuchar una triste historia, parecía como si mágicamente una nube así apareciera.
—Ya había olvidado el pasado, y estaba resignado después de luchar por nuestro pueblo. De algún punto, unas criaturas horribles emergieron de las profundidades. Muchos resultaron heridos excepto yo, pues con tan solo mostrar la distorción de mi rostro que tanto me atormentaba, mis atacantes terminaron atormentados también y quizá ya no puedan ser felices nunca más. Cuando estaba por morir en manos de un gigante juguetón, en mi intento de destruir el maleficio que me acongojaba, el gigante salió del lugar por su propio pie y desapareció de mi vista.
» Me quedé solo unos momentos, postrado ante el que parecía ser El Gran León, mi señor favorito. Él me dio la imagen que hoy conservo y prefiero olvidar esta otra, la que conserva este horrible maleficio, aunque ahora me parece gracioso lo que hizo la bruja. Cómo eso sirvió para mantener alejados a muchos enemigos. Me parece gracioso cómo estará ella, vencida para siempre, y nosotros continuaremos luchando aquí y ahora.
Todos permanecieron en silencio sin atreverse a decir en voz alta que la imagen del fauno estaba «maldita». Cuando las brazas del fuego incandescente estaban por apagarse, decidieron que había llegado el momento de deshacerse de esa imagen, arrojándola al fuego y mejor ya no saber de su existencia. Lo que no sabían era que el maleficio era inmune al fuego.
Al final, el fauno se la dio a la Reina Lucy para que la escondiera u ocultara en alguna parte del castillo de Cair Paravel (Tal vez en una almohada, jajaja), y ¡quién sabe!, tal vez algún día servirá como arma.